viernes, 27 de marzo de 2009

CUESTIÓN DE CONFIANZA

Aunque tal vez no lo parezca, es una reflexión recogida desde el día a día, sin soñar.

En una organización habrá personas que confíen en uno más que otras. Las personas que creen que las decisiones que toma uno no son las que ellas tomarían (y por tanto, que se trata de decisiones equivocadas) son precisamente quienes viven en un estado permanente de desconfianza.
No es una confianza perdida puesto que aún ni siquiera se ha llegado a ese estadio y para perderse, primero hay que estar dentro del bosque, inmerso entre la maleza. Por eso, en ciertas personas, los frenos y los rechazos a las nuevas apuestas de la organización es simplemente una cuestión de confianza.
¿Qué hacer para que esas personas confíen en uno, al menos al principio? ¿Cómo convencerles para que se internen en el bosque?
Para que crezca la confianza de esas personas, no basta con demostrarles que siguiendo la senda marcada por la organización se puede atravesar el bosque. No basta únicamente con resultados positivos de la organización. Ni aunque atravesemos después un desierto. Y luego un océano. La confianza en la persona que toma las decisiones no crece solamente como consecuencia de éxitos de la organización. Para hacer añicos esa desconfianza, se necesita algo más.
Lo que tenemos que lograr es que sea esa persona quien nos diga cómo saltar el riachuelo, que sea ella quien piense el modo de sortear un árbol caído. Nuestra labor es, por tanto, pensar cómo crear riachuelos y árboles caídos, cómo diseñar hojas caidas, cómo trazar flores, animales, en definitiva, cómo perfilar un bosque, el mismo bosque que antes, pero como un puzzle. Esa persona tal vez perciba que el camino trazado para atravesar el bosque, (seguir una senda, saltar el riachuelo, atravesar los árboles, contemplar las flores) que ella misma ha proyectado, era el mismo camino que tanto nos costaba explicarle que debíamos seguir. Pero ¡ay amigo! lo ha conseguid0 ella. Y su éxito coincide con el de la organización. Ya tiene su sitio.
Así que nuestra labor cambia de forma y la creatividad se hace imprescindible. No tenemos que explicar cómo atravesar el bosque, tenemos que crear el camino desde la magia.
Y esa labor se hace así mucho más apasionante.

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