jueves, 28 de marzo de 2013

BUENAS IDEAS

Una buena idea, una idea que pretende cambiar a mejor la situación de una organización será tal (buena) si todas las personas de dicha organización ven la bondad de dicha idea. No pensemos que una propuesta es fantástica por el mero hecho de que una persona así lo manifieste, aunque sea el máximo responsable de la organización.
 
Una idea, una propuesta será interesante si es compartida por todas las personas. Ante esta tesitura (que no es fácil de asumir) cabe avanzar por varios caminos:
  • Uno está seguro de su idea, las personas no lo ven, pero para eso es el máximo responsable y confía en su capacidad de visión. Por tanto, imponer es una salida que, a la larga, así lo cree, será comprendida y aplaudida por todas las personas. Imponer es una opción tentadora. Bajo mi punto de vista, una idea presumiblemente buena que para ser puesta en marcha necesite recurrir a la imposición, no es tan buena, si no se conceden posibilidades reales para convencer a las personas.
  • La idea es buena pero hay que pensar en cómo convencer de ello a las personas. Siempre he pensado que dedicarse a esto es una de las actividades más enriquecedoras que puede realizar un responsable de la organización. Se necesita recoger información, escuchar a las personas, conocerlas, conocer profundamente la organización, tener creatividad para adaptar la idea a la realidad de la organización, saber presentar con ilusión las ventajas de la aplicación de la idea, comprometer desde el compromiso individual,…
  • Y, para todo esto, creo que hay que saber sacrificar parte de la idea original (aún no estando de acuerdo) de forma que, finalmente, se llevará adelante el 30% de la propuesta inicial, pero se implantará en su 95%. Seguro. (¿Acaso es mejor el 1% del 95%? Ni matemáticamente). Y el grado de solidez, es decir, de éxito, será celebrado por todos. Y, no lo olvidemos, el liderazgo de esa persona responsable se irá moldeando con herramientas hechas de materiales consistentes.