Para ser capitán de un barco, líder de una organización, no
basta con sacar el trabajo del día a día, con gestionar e incluso resolver los
problemas que puedan ir presentándose. Esa labor la harían el 80% de las
personas de la organización si en un momento dado tuvieran que asumir la
responsabilidad de liderar la organización. No, no es eso. O, al menos, no
debería tratarse únicamente de eso si la organización pretendiera navegar con
orgullo en los mares de la globalización y de la competitividad.
El líder entiendo que debe ilusionar a las personas,
promover proyectos, delegar compromisos, asumir compromisos, convencer a las
personas, participar en los equipos, arriesgar en las decisiones, disponer de
alternativas ante posibles fracasos, saber levantarse, aglutinar a las personas
en pos de objetivos,…
Y eso no puede hacerlo el 80% de las personas de la
organización. Seamos serios a la hora de elegir líderes en nuestra organización
porque, de lo contrario, navegaremos en la vulgaridad y el mar nos tragará.
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